Durante las vacaciones, además de relajarnos, tenemos la oportunidad de hacer compras y entrar en contacto con muchos negocios locales, como por ejemplo ferias, mercados, artesanos, puestos callejeros y vendedores ambulantes. En este tipo de ámbitos aparece la oportunidad de regatear o negociar, es decir tratar de conseguir un descuento sobre los precios inicialmente comunicados por el vendedor.
Para algunas personas pocas cosas superan el placer de “ganarse” un descuento en una negociación.
Es mi caso. Quizás heredé de mi padre la costumbre de hacer siempre el intento de negociar el precio. Por supuesto, el éxito nunca está asegurado. Sin embargo, como dicen los negociadores más experimentados, y esto aplica a diversas situaciones de la vida: “El NO, ya lo tenés”.
Ahora bien, hay que reconocer que no todos tienen la actitud o la voluntad necesarias para negociar precios. Es más, muchos se incomodan ante ese tipo de situaciones y prefieren evitarlas, ya sea pagando el precio informado por el vendedor, o directamente respondiendo con los pies, es decir retirándose sin comprar.
Los factores culturales tienen gran incidencia en el regateo. En algunos países como Egipto, Marruecos, India y en el sudeste de Asia en general, es común la negociación de precios en todo tipo de productos. Incluso puede llegar a considerarse ofensivo si el cliente paga el precio inicial, sin realizar el intento de conseguir una rebaja. En América Latina, en general, fuera de las grandes cadenas comerciales, existe espacio para el regateo. En Estados Unidos y Europa el regateo está reservado a productos de alto precio y compra esporádica, como es el caso de automóviles e inmuebles. En otras situaciones puede considerarse ofensivo si el cliente intenta negociar el precio de venta.
La guía definitiva del regateo del viajero
Las guías de viajeros suelen brindar interesantes trucos para convertirnos en hábiles negociadores, en situaciones donde encontramos terreno fértil para el regateo. Aquí sigue una recopilación de algunos de los consejos habituales:
- Estudiar los precios con anticipación: es importante tener una referencia clara antes de comenzar a negociar. Las fuentes de información pueden ser internet, otros viajeros o diferentes tiendas del lugar.
- Transmitir al vendedor que usted tiene la “sartén por el mango”: informarle que ya ha visto ese producto en otras tiendas y que si no lo compra allí lo hará en otro sitio.
- Realizar la negociación con calma: cuando alguien quiere vender algo muy rápidamente, ya nos ha puesto el objeto en la mano y nos pide el dinero, es una situación sospechosa. Puede que nos esté engañando con el precio o nos esté vendiendo algo inútil. La negociación debe realizarse con tranquilidad.
- Ofrecer como primer precio la mitad de lo que se está dispuesto a pagar: esta es una buena manera de empezar. Calcular lo que se quiere pagar y ofrecer la mitad de ello es un posible punto de partida de la negociación. Así se tendrá más posibilidades de que el precio acordado sea el deseado.
- Irse y esperar a que lo llamen pasados unos metros: si le parece que le están ofreciendo muy mal precio, es mejor irse. Si era verdad, seguramente el vendedor va a llamarlo cuando se haya alejado unos metros ofreciéndole un mejor precio. Si no es así, probablemente ya tenía una buena oferta. Siempre puede tragarse un poco el orgullo y volver.
- Mostrarse confiado: los vendedores son grandes actores. Aunque parezca que los está presionando mucho, seguramente están jugando con su conciencia, no pierda su confianza.
- Si son dos, se puede actuar el rol del comprador bueno/malo: uno se muestra más simpático y abierto con el vendedor, mientras que el otro es más duro y directo con los precios.
- Ser respetuoso y tomarse todo con humor: es básico negociar con una actitud positiva, pero siendo estrictos con el precio que queremos conseguir. Evitar faltar el respeto al comerciante con comentarios que puedan ofenderlo sobre su cultura o país. O por ejemplo, destacando la mala calidad de un producto u ofreciendo cifras ridículas.
- Regatear solo si se tiene intención de comprar algo: si quiere saber el precio de algo sin estar interesado en comprarlo, hay que preguntarlo, pero sin regatear. Por respeto, es recomendable regatear solo si realmente se está interesado.
- Mantener nuestra palabra si se ha aceptado un precio: Si hemos ofrecido un precio, y el vendedor lo acepta, lo correcto es cerrar el trato. Aún cuando nos haya sorprendido lo rápido en que aceptó nuestra propuesta. Volver a regatear sobre un precio aceptado es un comportamiento poco ético en cualquier ámbito de negocios.
¿Qué piensan del regateo? ?¿Lo utilizan durante las vacaciones o en otros momentos? Espero sus comentarios y aportes.
A mi me parece que el regateo en un mercado minorista y en el que compraré ¨un par de cosas¨ es poco ético, más si es una PYME: supone que piensas que el precio no es el correcto, que te están robando. en el fondo, le dices ¨ladrón¨ al vendedor. Como comprador sólo entro en estas dinámicas con clientes estables que compran volúmenes interesantes y que, sobre la base de un conocimiento mutuo podemos negociar equitativamente nuestros retorno.
Gracias Milton por aportar tu comentario! Coincido en que conocer en qué situaciones es factible negociar precios es importante, antes de embarcarnos en este tipo de prácticas.
Como vendedor de alojamientos y estadías me resulta ofensivo el regateo, se que trabajo con precios buenos con respecto a la competencia, informo el precio por día y los descuentos por paquetes de varios días y los descuentos que acompañan las diferentes formas de pago. Es más tengo 3 categorías de alojamientos para 4 personas. Una vez informadas todas las opciones aún así hay potenciales clientes que insisten en mejorar precios, condiciones de alojamiento Y formas de pago: QUIEREN TODO POR NADA… es más una vez negociado todo quieren agregar plazas adicionales gratuitas. Por educación les contesto que evaluaremos la propuesta y les responderemos, pero la gente se abusa. Por otra parte vendemos turismo y diversión, no son medicamentos ni productos de primera necesidad.
Gracias Juan por compartir tu experiencia!
Interesante artículo. Cuando trabajaba en Brasil y teníamos acceso a playas con aguas cálidas, analizaba a los distintos vendedores q uno encuentra allí, para ver a cual le iba mejor y tratar de descifrar por qué.
Había uno que vendía hamacas paraguayas y seguía el siguiente proceso:
1. Tenía claro su target -> parejas extranjeras europeas o norteamericanas sin hijos. Alta poder adquisitivo en moneda fuerte
2. Abordada a la persona que decidía, ELLA. Obvio, quién sino?
3. Lanzaba una oferta inicial y solo por ese día: Precio = 10 veces el precio del producto en una tienda tradicional. LOCATION matters!
4. Ahí entraba EL, que no tenía ni idea de lo que costaba la hamaca, pero largaba una oferta del 50% del valor inicial.
5. El vendedor, sabiendo que había hecho un negocio redondo, invertía los 10 minutos finales del proceso llorando por la situación en la que se encontraba (rebaja del 50%), y al final aceptaba la oferta indecorosa solo porque ellos eran muy especiales para él.
Todo esto en una mezcla de inglés y portugués para alquilar balcones. Un crack.
Muy interesante el caso que compartís, Luis Fernando! Un hábil negociador ese vendedor de playa! Dicen que el primer precio que se menciona es la referencia que marca toda la negociación, y evidentemente el vendedor lo tenía muy en claro.